jueves, 13 de octubre de 2011

Tony Melendez



domingo, 27 de marzo de 2011

Segundo volumen de Jesús de Nazaret


Éxito de ventas
El libro del Papa «Jesús de Nazaret» ha llegado en una semana a la lista de los diez más vendidos del «New York Times», que utiliza sus propios datos, y también del «Wall Street Journal», que publica los de Nielsen BookScan recogidos en 11.000 puestos de venta en Estados Unidos.
Este segundo volumen sobre la vida de Jesús salió a la calle con una tirada inicial de 1,2 millones de ejemplares. La edición italiana, de 300.000 ejemplares, se vendió entera el primer día, lo mismo que la alemana, que era de 150.000.
El éxito del libro en América ha sido una sorpresa incluso para la editorial, Ignatius Press, que vendió más de la mitad de la primera edición (90.000 ejemplares de un total de 140.000) la primera semana.
Ediciones Encuentro ha realizado la edición en lengua española, con una tirada inicial de 120.000 ejemplares. La editorial presenta ahora en dieciocho grandes ciudades de España el libro.
Objetivo y perspectivas
Benedicto XVI no ha querido escribir una «Vida de Jesús», sino presentar la figura y el mensaje de Jesús, con el anhelo de «desarrollar un enfoque sobre el Jesús de los Evangelios y una escucha que pueda llegar a ser un encuentro»... «guiado por la hermenéutica de la fe, y, al mismo tiempo, teniendo en cuenta responsablemente la razón histórica» –enlazando la misma ‘hermenéutica de la fe’ con la de la historia– «de forma que pueda ser útil para los lectores que quieren encontrar a Jesús y creer en Él». Como ya señalara el Papa en la publicación de la primera parte de su Cristología, el libro no tiene carácter magisterial. Esto es, es el libro de Joseph Ratzinger, iniciado por él en 2003 y continuado tras su elección papal en 2005.
Entrada en Jerusalén y presencia en la ciudad
El primer capítulo, trata de la entrada a Jerusalén y la purificación del templo. Jesús, es acogido por la muchedumbre con alegría, llega como «un rey de la paz... de los pobres», no es un revolucionario político, no impulsa la violencia. No llega con la espada, sino con el don de la curación. Muestra el amor de Dios, se lee entre las páginas de la entrada a Jerusalén. Al día siguiente, escribe también el Papa, Jesús echa a los mercaderes del templo: lucha contra la conexión entre culto y negocios y un templo cueva de bandidos.
En el segundo capítulo, tras su entrada en Jerusalén, si inserta «el gran discurso escatológico de Jesús», con los temas centrales de «la destrucción del templo, de la destrucción de Jerusalén, del Juicio final y del fin del mundo». «Con Jesús –escribe el Papa– se supera la época del templo de piedra e inicia algo nuevo. Jesús mismo toma el lugar del templo. Es Él el nuevo templo: es la presencia del Dios vivo. En Él, Dios y hombre, Dios y el mundo entran en contacto. En su amor se diluye todo el pecado del mundo». «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán…» porque las palabras de Jesús, dice el Papa, son el verdadero «firmamento» para el hombre.
La Última Cena
El tercer capítulo habla del «lavado o lavatorio de los pies» a los discípulos y se divide en seis partes. Benedicto XVI subraya que «Jesús se desnuda de su esplendor divino para purificarnos de nuestra suciedad» y nos dispone «para que participemos en el banquete nupcial de Dios». Se trata de un cambio radical en la historia de la religión: ante Dios «no son las acciones rituales las que purifican, sino que es la fe la que purifica el corazón». «La nueva ley es una gracia del Espíritu Santo». «La pureza es un don». Y pone un ejemplo el Papa: «Pedro y Judas son dos modos de reaccionar ante este don. Ambos lo acogen, pero uno reniega y el otro lo traiciona... Pero mientras Pedro, arrepintiéndose, cree en el perdón; Judas también se arrepiente pero no cree en el perdón. En Judas encontramos el peligro de quien no es capaz de la conversión».
«La oración sacerdotal de Jesús» es el título del cuarto capítulo. Escribe el Santo Padre que «la misión de Jesús es universal: no se limita sólo a un círculo limitado de elegidos; sino que su objetivo es el cosmos». Mediante los discípulos el mundo entero en su totalidad ha de ser arrancado a su alienación, debe reencontrar su unidad con Dios. «Su misión consiste en que el hombre se convierta en una sola cosa con Dios. Esta transformación, sin embrago, tiene el precio de la cruz y para los testigos de Cristo el precio es su disposición al martirio».
 El quinto capítulo del libro está completamente dedicado a «La última Cena», analizada en los temas: «La fecha de la Ultima Cena»; «La Institución de la Eucaristía»; «La teología de las palabras de institución»; «De la Última Cena a la eucaristía dominical». El Papa señala que «lo que la Iglesia celebra en la Misa no es la última cena, sino lo que el Señor, durante la última cena, instituyó y confió a la Iglesia: la memoria de su muerte en sacrificio». Y puesto que el don de Jesús está enraizado en la resurrección, la celebración del Sacramento debe tener lugar en el Días del Señor, el domingo.
Getsemaní y los juicios a Jesús
El sexto capítulo está dedicado a «Getsemaní». Comprende: «Hacia el Huerto de los Olivos»; «La oración de Jesús»; «La voluntad de Jesús y la voluntad del Padre»; «La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos». «En Getsemaní Jesús experimenta, escribe Benedicto XVI, la última soledad, toda la tribulación de ser hombre. El beso del traidor antes de la muerte inminente. Jesús acepta la voluntad del Padre. Jesús pide, en vano, a los discípulos que velen con Él. Una gran angustia invade a Jesús consciente de tomar Él todo el mal del mundo. Es una angustia radical: es el enfrentamiento entre luz y tinieblas entre vida y muerte, el verdadero drama de la elección que caracteriza la historia humana».
En el séptimo capítulo, «El proceso a Jesús», Benedicto XVI subraya que no fue el «pueblo» judío como tal que quiso la muerte de Jesús –que también era judío, al igual que sus discípulos– sino la aristocracia del templo, con algunas excepciones. El Papa recuerda que para los cristianos la sangre de Jesús es reconciliación y no pide venganzas y castigos. En los apartados: «Discusión preliminar en el Sanedrín»; «Jesús ante el Sanedrín» y Jesús ante Pilatos», el Santo Padre reflexiona sobre las consecuencias del «no reconocer» la verdad. Como el dominio del pragmatismo... el que el poder de los más fuertes sea el dios de este mundo. Lo muestran las grandes dictaduras, entremezclando y confundiendo verdad y mentira, como sucede también hoy en las disputas políticas y en la formación del derecho.
El Calvario
La verdad que es reconocible en Jesucristo, exteriormente impotente en el mundo, refleja lo inhumano del poder humano que aplasta a los inermes. Jesús es imagen de esperanza: Dios está con los que sufren, escribe luego Benedicto XVI, que comienza el octavo capítulo de este libro con un apartado dedicado a «Crucifixión y sepultura de Jesús», con una «Reflexión preliminar: «Palabra y hecho en la narración de la Pasión» y prosigue con «Jesús en la Cruz»: («Las primeras palabras de Jesús en la cruz: “Padre, perdónalos”»; «Jesús escarnecido»; «El grito de abandono de Jesús»; «Las vestiduras echadas a suerte»; «Tengo sed»; «Las mujeres al pie de la cruz-la Madre de Jesús»; “Jesús muere en la cruz»; «Sepultura de Jesús»), para finalizar con «La muerte de Jesús como reconciliación (expiación) y salvación».
La Resurrección y la Ascensión
En el noveno y último capítulo –«La resurrección de Jesús de entre los muertos»– Benedicto XVI reafirma que sin fe en la resurrección, la fe cristiana está muerta. Sólo si Jesús ha resucitado ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el mundo y la situación del hombre... inaugura una dimensión nueva del ser hombres. Lo anuncian con una audacia absolutamente nueva sus discípulos, testigos de la resurrección ¿Por qué Jesús se manifestó a pocos y no opuso todo su poder contra sus enemigos? Se pregunta el Papa, con Judas Tadeo, y responde que es precisamente el misterio de Dios el actuar de forma callada... va construyendo su historia en la historia de humanidad... llama suavemente a la puerta de nuestros corazones... Con su «estilo divino» de dar libertad y suscitar amor.
El libro concluye con un epílogo titulado «Subió a los cielos. Está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria». Benedicto XVI hace hincapié en la misión de los discípulos de anunciar al mundo que Jesús vive, es la Vida. Está con nosotros, entre nosotros, al lado de todos y todos lo pueden invocar, a través de la historia y en todos los lugares... Sin embargo, a menudo, los discípulos de Jesús siguen teniendo miedo, como los apóstoles en el Lago de Tiberiades durante la tempestad.... «También hoy la barca de la Iglesia, con el viento contrario de la historia, navega atravesando el océano agitado del tiempo. A menudo se tiene la impresión de que se hundirá. Pero el Señor está presente y viene en el momento oportuno...».
Ésta es la confianza de los cristianos, la razón de nuestra alegría, en la espera de que Jesús de nuevo vendrá con gloria... recuerda el Papa y subraya que la fe en la nueva venida de Cristo, segundo pilar de la profesión cristiana, implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará todas las lágrimas, nada quedará sin sentido, toda injusticia será superada y quedará establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo... Mientras seguimos invocando a Jesús, que nos anticipa ya su venida, que ya está entre nosotros todos los días....
(Jesus de las Heras)

miércoles, 2 de febrero de 2011

Biografía Sr. Obispo


Monseñor Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona

Datos Biográficos

Nació en Cárcar (Navarra) el 29 de julio de 1944. Sus padres, Ignacio (+ 1973) y Áurea. Es el mayor de cuatro hermanos.
Ingresó en el seminario menor de la Orden de los Padres Agustinos Recoletos, en Lodosa, el 12 de septiembre de 1955. En 1958 pasó al colegio de Fuenterrabía donde completó los cursos de humanidades y los estudios filosóficos. A continuación (1963-1964) ingresó en el noviciado del convento de la orden en Monteagudo (Navarra), donde hizo la primera profesión el 30 de agosto de 1964, pasando posteriormente a Marcilla donde cursó los estudios teológicos (1964-68). Aquí hizo la profesión solemne (1967); fue ordenado diácono (1967) y presbítero el 7 de julio de 1968.
Su primer oficio pastoral fue el de asistente en la Parroquia de "Santa Rita" de Madrid, comenzando al mismo tiempo sus estudios de Derecho Canónico en la Universidad de "Comillas", de la Compañía de Jesús, en Madrid. Al curso siguiente (1969) fue traslado a la residencia universitaria "Augustinus", que la orden tiene en aquella ciudad. Se le confió la misión de director espiritual de sus universitarios (160), continuó sus estudios de derecho canónico, que concluyó con el doctorado (1971) e inició los de Derecho en la universidad complutense de Madrid (1969-1974). Durante el curso 1974-75 hizo prácticas jurídicas en la universidad y en los tribunales de Madrid.
El 3 de noviembre de 1975 inició su trabajo en la Congregación para los Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica. Desde 1976 fue el director del departamento de la formación y animación de la vida religiosa, siendo el responsable de la elaboración y publicación de los documentos de la Congregación; además dirige una escuela bienal de teología y derecho de la vida consagrada. Desde 1995 es "capo ufficio" del mismo Dicasterio. Por razones de trabajo los Superiores de la Congregación le han confiado multitud de misiones en numerosos países del mundo. Ha participado en variados congresos de vida consagrada, de obispos y de pastoral vocacional. Durante este tiempo ha ejercido de asistente en el servicio pastoral de la orden en Roma.
El día 29 de enero de 2011 fue publicado su nombramiento como Obispo de Tarazona y fue ordenado el 19 de marzo, fiesta de San José.
Escudo episcopal
El escudo es de forma renacentista, frecuentemente usada en heráldica eclesiástica con una cruz trebolada de oro con cinco gemas rojas, para representar las cinco llagas de Cristo.
De azur, un monte de tres peñas de oro moviente de la punta, adestrado de una estrella de siete rayos del mismo; un jefe de plata cargado de un libro de su color sumado de un corazón flameado y flechado de gules.
El azul (azur) simboliza primariamente la separación de los valores mundanos y la ascensión del alma hacia Dios; por lo tanto, el camino de las Virtudes que nos lleva desde las cosas de esta tierra hacia el cielo.
La plata es el símbolo de la transparencia, por lo tanto de la Verdad y de la Justicia que tienen que acompañar el celo pastoral del Obispo.
El monte, aquí representado en forma heráldica, recuerda el Moncayo, la montaña que está situada en el territorio de la diócesis de Tarazona; y la estrella, símbolo mariano, recuerda el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo a cuya materna protección Mons. Eusebio confía su nuevo ministerio pastoral.
El corazón con las llamas y la flecha puesto sobre el libro es el símbolo de los Agustinos Recoletos a cuya orden Mons. Eusebio Hernández pertenece.

domingo, 2 de enero de 2011

Libertad Religiosa

La libertad religiosa "Camino para la paz"

“La libertad religiosa, camino para la paz”, tema de la Jornada Mundial de la Paz


Este mediodía se presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Santo Padre para la XLIV Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2011), sobre el tema: “La libertad religiosa, camino para la paz”.
Participaron en la rueda de prensa: el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, el obispo Mario Toso, S.D.B., monseñor Anthony Frontiero y Tommaso Di Ruzza, respectivamente presidente, secretario y oficiales del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
El cardenal Turkson explicó que el mensaje de este año comienza “con una referencia al ataque contra los cristianos en Irak, y a continuación presenta el sentido de la libertad religiosa y las diversas maneras en que éste modela la paz y sus experiencias. Sigue con una reflexión sobre la paz como don de Dios y al mismo tiempo obra de los hombres y mujeres de buena voluntad, y, sobre todo, de los creyentes”.
“La libertad religiosa –dijo- es el tema del Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz no sólo porque ese tema es esencial a la doctrina social católica, sino también porque la vida de la libertad religiosa -una vocación básica del ser humano y un derecho fundamental, inalienable y universal, y clave para la paz- sigue siendo objeto de amenazas: por parte del secularismo agresivo, que es intolerante a Dios y a cualquier forma de expresión de la religión; del fundamentalismo religioso, de la politización de la religión y de la imposición de religiones de estado; del nacimiento de un relativismo cultural y religioso que se está haciendo cada vez más presente e insistente en nuestros días”.
El purpurado puso de relieve que el Santo Padre, en su mensaje, “ve a la salvaguardia de la libertad religiosa en nuestro mundo multicultural, multirreligioso y secularizado como una de las maneras de salvaguardar la paz”.
Tras recordar que “una de las tareas importantes que nuestro mundo se fijó después de la II Guerra Mundial fue la formulación, aprobación y promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (diciembre 1948), el cardenal subrayó que Benedicto XVI elogió la Declaración, pero al mismo tiempo mostró su preocupación “por el aumento de los casos de negación de la universalidad de estos derechos en nombre de diferentes puntos de vista culturales, políticos, sociales e incluso religiosos”.
“La libertad religiosa –continuó- no es un derecho concedido por el Estado”, sino que deriva “de la ley natural y de la dignidad de la persona, que están enraizadas en la creación. Al contrario, el Estado y las otras instituciones públicas, como recuerda Benedicto XVI, tienen que reconocerlo como intrínseco a la persona humana, como elemento indispensable para su integridad y la paz”.
El presidente de Justicia y Paz señaló que “la libertad religiosa es un deber de la autoridad pública; (…) no es un derecho ilimitado. (…) Se refiere principalmente a la libertad del hombre para expresar su ser “capax Dei”: su libertad para responder a la verdad de su naturaleza en cuanto creado por Dios y creado para la vida con Dios, sin coerción o impedimentos. Es aquí donde el hombre encuentra su paz y se convierte en instrumento de paz”.
“La libertad religiosa –continuó- no implica que todas las religiones son iguales. Tampoco es un motivo para el relativismo religioso o el indiferentismo. La libertad religiosa es compatible con la defensa de la propia identidad religiosa contra el relativismo, el sincretismo y el fundamentalismo: todas las formas de abuso de la libertad religiosa”.
Tras hacer hincapié en que “la libertad religiosa no se limita al libre ejercicio del culto”, señaló que “existe una dimensión pública, que otorga a los creyentes la oportunidad de contribuir en la construcción del orden social”.
“Negar el derecho a profesar la propia religión en público y el derecho a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo”.
El cardenal Turkson destacó que “el ejercicio del derecho a la libertad religiosa como un camino hacia la paz implica el reconocimiento de la armonía que debe existir entre las dos áreas y formas de vida: privado y público, individuo y comunidad, persona y sociedad. (…) En consecuencia, el desarrollo y el ejercicio de la libertad religiosa es también la tarea de la propia comunidad”.
Refiriéndose posteriormente a relación entre libertad religiosa y Estado, afirmó que “aunque la libertad religiosa no es establecida por el Estado, éste sin embargo tiene que reconocerla como intrínseca a la persona humana y a sus expresiones públicas y comunitarias. Este reconocimiento de la libertad religiosa y el respeto de la dignidad innata de cada persona también implica el principio de la responsabilidad de protección por parte de la comunidad, la sociedad y el Estado”.
“Los llamamientos de la Iglesia a la libertad religiosa no se basan en una simple solicitud de reciprocidad por parte de una comunidad de creyentes dispuesta a respetar los derechos de otras comunidades a condición de que respeten los derechos de los propios miembros. Al contrario, los llamamientos a la libertad religiosa se basan en la dignidad de las personas. Respetamos los derechos de los demás porque es lo correcto; no a cambio de su equivalente o por un favor concedido. Al mismo tiempo, cuando otros sufren persecución a causa de su fe y práctica religiosa, les ofrecemos la compasión y la solidaridad”.
El cardenal Turkson terminó poniendo de relieve que “todo anuncio del Evangelio (…) es un esfuerzo por despertar la libertad (libertad religiosa) del hombre por desear y abrazar la verdad del Evangelio. Esta verdad del Evangelio, sin embargo, es única, porque es la verdad que salva. (…) La evangelización y el desarrollo de la labor misionera, por tanto, no se contradicen ni se oponen al sentido de la libertad religiosa”.
El obispo Mario Toso afirmó que con este mensaje Benedicto XVI invita, en particular, “a profundizar en la verdad del derecho a la libertad religiosa, o sea sus implicaciones antropológicas, éticas, jurídicas, políticas, civiles y religiosas”. “Más allá de la mera tolerancia -subrayó el prelado- la libertad religiosa es la médula de toda moralidad y libertad, del respeto recíproco, de la paz”.
En el texto, además se critican de igual modo “el fanatismo, el fundamentalismo y el laicismo porque ignoran la esencia de la libertad religiosa que es búsqueda, libre y comunitaria, de la verdad transcendental”.
“Para la Iglesia -terminó el obispo-, el diálogo entre los seguidores de las diversas religiones constituye un estímulo importante para colaborar con todas las comunidades religiosas en la promoción de la paz. Así, en un mundo globalizado, que se caracteriza por sociedades cada vez más multiétnicas y multiconfesionales, las grandes religiones pueden constituir no un problema sino un recurso, un factor crucial de unidad y concordia”.

Para leer el mensaje completo:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/peace/documents/hf_ben-xvi_mes_20101208_xliv-world-day-peace_sp.html